Es frecuente —escribe José-Pío Beltrán en su introducción— oír hablar de las plantas como organismos que, a diferencia de los animales, no pueden cambiar de ubicación para conseguir agua o alimentos o para huir, tanto de depredadores como de condiciones ambientales estresantes. Sin embargo, la capacidad de ejecutar determinados movimientos es una característica de las plantas que les permite realizar funciones como absorber agua y nutrientes y optimizar su exposición a la luz. Charles Darwin realizó el primer estudio sistematizado sobre el movimiento de las plantas trepadoras y propuso brillantes hipótesis evolutivas para explicar su origen.