Nacida fuera del horizonte nacional y heterogénea respecto de los paradigmas canónicos de la razón moderna, la filosofía italiana parece gozar hoy de una fortuna creciente más allá de sus propias fronteras. A diferencia de otras culturas filosóficas, caracterizadas por la indagación sobre el sujeto o por la teoría del conocimiento, por el análisis del lenguaje o por la deconstrucción hermenéutica, se presenta desde el comienzo volcada hacia su exterior, expuesta a los conflictos y a los traumas de la experiencia mundana. En su centro se despliega la categoría de vida, en una relación siempre tensa y problemática con las de política e historia.