Autor | WILDENSTEIN, DANIEL |
Resumen | Ningún otro artista, aparte de J. M. W. Turner, se esforzó tanto como Claude Monet (1840-1926) en capturar la luz misma en un lienzo. De todos los impresionistas, fue el hombre al que Cézanne llamó “sólo un ojo, pero ¡Dios mío, qué ojo!” quien se mantuvo fiel al principio de absoluta fidelidad a la sensación visual, pintando directamente desde el objeto. Se podría decir que Monet reinventó las posibilidades del color. Ya sea a través de su temprano interés por los grabados japoneses, su época como recluta bajo la deslumbrante luz de Argelia o su relación personal con los principales pintores de finales del siglo XIX, la obra que Monet produjo a lo largo de su larga vida cambiaría para siempre la forma en que se desarrolló. percibimos tanto el mundo natural como los fenómenos que lo acompañan. El punto culminante de sus exploraciones fue la última serie de nenúfares, pintados en su propio jardín en Giverny, que, en su aproximación hacia una informe casi total, son realmente el origen del arte abstracto. Esta biografía hace plena justicia a esta obra tan notable y Artista profundamente influyente, y ofrece numerosas reproducciones y fotografías de archivo junto con un comentario detallado y perspicaz. |