La grieta es la imagen de la posibilidad escondida en la imposibilidad. Una fisura en aquello que ha sido programado como regulada homogeneidad. Una grieta es siempre una creación tercera: nace de condiciones dadas, pero solo existe como su negación. En este sentido, es abismo y es presencia, es la alteridad irrumpiendo en la mismidad. Si pensamos en una espacialidad para la emergencia de lo político en el arte, vemos que a diferencia de los espacios -dados- al arte, el espacio para una práctica artística política se abre en las grietas mismas de la institución-arte; es un espacio contingente a sus condiciones de existencia, a sus deseos y subjetividades.