carta al otro: ¿cómo impedir que la presencia, al instaurarse, se instale? ¿que se atasque desde que se hace realidad y se abisma en la duración? los amantes están amenazados. propondré pensar este «estar cerca» de la presencia, no en los términos del «ser», por tanto de la determinación; sino en los términos del entre dejando que pase indefinidamente lo íntimo entre los sujetos. de modo que la presencia no naufrague en la fatalidad del ser-ahí que, desplegándose en su «ahí», se desactiva y desaparece. ¿acaso no es eso lo que importa en principio para vivir dos y ex-istir? françois jullien