En la Buena muerte el autor aborda el problema de la eutanasia desde una perspectiva abierta y social, si bien tratando de valorar en esencia el punto de vista jurídico. Ello supone enfrentarse a uno de los asuntos más complejos que actualmente ocupan a la sociedad, en especial al Derecho Penal y por supuesto al propio legislador. Más aún con la vigencia de la regulación planteada en su día por el Código penal de 1995 y puesta en ocasiones en entredicho por la opinión pública. Se trata pues de una materia muy confusa respecto a la que médicos, juristas —principales implicados en el proble-ma—, sociólogos, filósofos, teólogos o incluso como sabemos directores de cine (al-gunos reciente y merecidamente oscarizados por adaptar excelentes visiones sobre el tema) no consiguen ponerse de acuerdo.