La correspondencia entre Nelly Sachs y Paul Celan se extiende a lo largo de casi dieciséis años, desde la primavera de 1954 hasta finales de 1969. Poetas y exiliados, ambos se vieron forzados a vivir y escribir fuera del ámbito cultural y geográfico de la lengua alemana. Los dos llevaron existencias atormentadas y experimentaron la suerte de su salvación como una culpa. «La vida tiene la misericordia de rompernos», escribió una vez Sachs a Celan. Y también: «Querido Paul Celan, nosotros queremos seguir aportándonos la verdad el uno al otro. Entre París y Estocolmo se extiende el meridiano del dolor y del consuelo».