Se pregunta el autor por el origen de la verdad, desechando la respuesta subjetiva al modo de la reminiscencia griega y dudando de las posibilidades absolutas de la razón. La relación entre el alumno que interroga y el maestro que responde conduce a replantear nada menos que la consistencia del dato histórico frente a las decisiones transcendentes. Emerge así un concepto radical de libertad y una nueva manera de comprender esa pasión absoluta que desde la esfera creyente se denomina fe y desde el prisma de la filosofía se convierte en una especie de invitación a situarse en la diáspora del puro pensar.