en algún punto, el viaje se convierte en el destino mismo:
la ciudad visitada, la persona amada, los libros leídos, los encuentros no
esperados. grandes historias se consuman en esta paradoja sin héroe ni
victoria. pero la poesía siempre nos devuelve a un lugar, al vientre de la
ballena, al origen del mundo, al tiempo de uno mismo. melville en jerusalem es
el diario poético de aquel que no se resigna con recordar, sino que retorna a
un tiempo presente para salvarse en medio del naufragio, entrar nuevamente en
el laberinto y volver a morir antes de encontrar la salida.
cristian suárez giralda