me defino como una víctima de la crueldad de las botas ortopédicas, de diseño y estructura ochentera, que debía usar en mi adolescencia para corregir un problema en mis pies. hablo de crueldad, porque se trataba de zapatos que se fabricaban con cemento y vigas de aluminio para darles peso y sismoresistencia, además de un toque de modernidad y que, gracias a su versatilidad, podía usar indistintamente en el pie derecho o izquierdo, pero que tenían gran capacidad para generarme ampollas en talón y tobillos.