No es posible adentrarse en la riqueza y complejidad de la Edad Media sin comprender el poder que durante este período histórico tuvieron las imágenes. Éstas no eran solamente representaciones de santos o de dioses: podían llegar a ser también su receptáculo. Las presencias divinas (y también los demonios) habitaban en las pinturas, relicarios y estatuas que poblaban la cultura visual del Medievo, generando largos debates teológicos sobre su verdadera naturaleza. Pero ¿cómo había llegado a convertirse en una religión idólatra cuando, en sus orígenes, el cristianismo rechazaba de plano que las imágenes pudieran tener propiedades mágicas?Este libro se propone entrar a fondo en este lejano mundo de la mano de los autores y creadores más destacados de su tiempo.