En -Nota sobre la pizarra mágica-, Freud narra su descubrimiento en el mercado de una pizarra donde se traza con un buril sobre una superficie que posee la propiedad de borrarse y conserva a la vez la facultad de retener lo borrado. Esto, para Freud, se acomoda como ilustración o ejemplo del aparato psíquico. Este hallazgo le merece a Derrida una nota de atención; no solo por el carácter artefactual que concede al psiquismo, sino por lo marcadamente fortuito del encuentro que se adecua al objeto de análisis. Pero -qué tan azarosos pueden ser un mercado, un juguete infantil, un artilugio técnico? -Qué tan adecuados y a la vez -desiguales- como metáfora del discurso psicoanalítico?