-Afirmo —escribe el autor— que las razones que los teístas dan para justificar sus creencias no tienen la suficiente fuerza probatoria y sostengo que las críticas que tradicionalmente se han vertido contra los ateos son falsas (...) A los ateos se nos ha acusado de socavar la moral, de vivir entregados a nuestras pasiones más inconfesables, de ser soberbios, insensatos y necios, de no tener corazón, de destruir a la sociedad, de ser unos miserables y de muchas otras cosas que no vale la pena repetir aquí. Pretendo mostrar que todas estas acusaciones son erróneas y, además, proponer un ateísmo racionalista como alternativa al teísmo dominante-.