la política actual y el caudillo revolucionario
terminan siendo el eco del antiguo tlatoani: el que diserta con más habilidad:
el discurso mismo. perorata que metaforiza y revive a la pirámide como elemento
de incineración, no de renacimiento, sino como figura arquetípica de poder. no
como símbolo de otredad, sino de dominio como pasión humana y que es
regionalizado para transformarse en universal. es el poder desde el discurso:
misterioso mecanismo repleto de sentidos, intenciones, voces y palabras, éste
que no cambia nunca y que es perene e inmortal.
paz, en crítica de la pirámide, al hablar del tlatoani
describe a aquél que posee el poder en la palabra y que se concretiza como el
discurso mismo. una alocución arquetípica practicada desde los antiguos
monarcas de sumer y babilonia [...].