todos los días nos encontramos con mujeres anónimas que se sobreponen al dolor y a la adversidad con una fuerza sin límites. desde sus entrañas tienen el poder de batallar con la dureza de las circunstancias dando lo mejor de sí. son como aves tropezándose contra los cristales de una gran ventana, insistentes y tercas no saben lo que es rendirse. la fuerza de su corazón es el mecanismo perfecto que hace funcionar los micromundos y engendran energía creadora para el universo. así van las guerras de la vida con una mano en el pecho y los ojos puestos al infinito.