Resumen | La responsabilidad asumida por Colombia al aceptar el honor de ser el país invitado en ARCO 2015 tenía que ir más allá del compromiso tradicional de participar con diez galerías y un espacio institucional dentro del recinto ferial. Se trataba de mostrar en un escenario privilegiado que el arte colombiano, como el país mismo, tiene una capacidad ilimitada de innovar y transformar una realidad que nos había condenado, como en una maldición macondiana, a decenas de años de irrelevancia eclipsados por una historia de dolor, violencia e incertidumbre. El Gobierno de Colombia asumió el reto y durante tres meses de 2015 los madrileños y los visitantes de la Feria pudieron asistir a más de veinte exposiciones, lanzamientos de libros y actos académicos, para un total de cincuenta eventos alrededor de ARCO; incluyendo el mes de Colombia en Casa de América con un sinnúmero de actividades, configurando así el encuentro cultural más importante que se haya producido entre nuestras naciones en décadas. Una tropa de artistas equipada de creatividad e ingenio desembarcó para revelar un país distinto, próspero pero complejo, que se ha levantado de la adversidad para caminar con paso firme en la modernidad. Dichos artistas fueron los artífices de este reconocimiento que se ha hecho a Colombia. Porque el arte es espejo de la realidad y elemento transformador de ella misma y no cede en su capacidad de crítica y denuncia. Pero su hilo conductor está ligado a esa realidad que debe ser terreno fértil para la reconciliación, un desafío gigantesco que tiene Colombia en su futuro inmediato. Y allí aflorará el don reparador del arte para cerrar las heridas y cicatrizarlas. El paisaje del arte colombiano es como su gente: vital, diverso, colorido, festivo y alegre, al punto que logró anticipar la llegada de la primavera en Madrid, con los vientos de cambio de un país donde no se puede distinguir entre la verosimilitud de la realidad y la imaginación de sus gentes. Un país que se reinventa todos los días en un carnaval constante de ideas, sueños, colores y estilos. Cuyo innegable progreso reciente, basado en el respeto a las reglas de juego de la democracia en el marco de un crecimiento económico producto de la estabilidad, ha arrojado además resultados sociales que demostraron que las reformas sociales no eran patrimonio de los violentos. La presencia del arte colombiano en la mayoría de los espacios del paseo artístico de Madrid se materializó a través de más de un centenar de artistas representantes de un país que llega a las ligas globales con dibujos, óleos, esculturas, pinturas, fotos, instalaciones y videos, como únicas armas para reafirmar la identidad de una nueva Colombia. Como ayer Botero, Obregón, Hoyos, Hernández y tantos otros; hoy Salcedo, Barrios, Muñoz, Caro, Suarez, Rojas y Ospina acompañan a los nuevos como Murillo, Herrán, Baraya o Consuegra, en la esperanza de que se nos permita soñar cada día más allá de la cotidianidad dura que nos quiso imponer un destino que hemos demostrado no es inescapable. |