este poemario está dedicado ala gente de ruanda, país donde pasé gran parte del año dos mil siete. allí alcancé a aprender algo de su larga épica historia, y cómo su escuela de poetas, patrocinada por las esposas del rey, se remonta a comienzos del siglo xi, de nuestra era común. así mismo, a la persistencia de la paz y la conciliación, que por catorce años ha hecho de ruanda, uno de los países más tranquilos y seguros.